domingo, 5 de octubre de 2014

Los tuyos, los míos y los nuestros Cap #01

Los tuyos, los míos y los nuestros
Por: K





Capítulo 1: N o s o t r o s



KyungSoo sonrió. Ese apartamento era simplemente perfecto.

—Pero… ¿No es muy caro? —inquirió, sabía que JongIn tenía el dinero suficiente, y que con el dinero que él aportaría y con el dinero que ganarían por la venta de sus apartamentos de solteros incluso saldría sobrando, pero su personalidad frugal le hacía imposible no preguntar, con la esperanza de que tal vez su pareja lo reconsiderara.

—¿De qué hablas? ¡Será el lugar donde seremos felices! ¿A quién le importa el precio?

La mujer al lado de JongIn asintió, pero claro, era su deber vender el lugar, obvio que estaría de acuerdo.

KyungSoo suspiró. Observó la hermosa sonrisa que se formaba en los labios del moreno y terminó por asentir.

—No te arrepentirás, Kyung.

El mayor asintió y lo acercó a sí en un abrazo. Sabía que su chico no lo decía exactamente por el lugar, sino por la importante decisión que era el vivir juntos.


En definitiva KyungSoo nunca se imaginó que terminaría saliendo con JongIn, ¡mucho menos viviendo con él! Pero qué se le iba a hacer, ya llevaban dos años, siete meses y 14 días saliendo –sí, los contaba- y él simplemente no podía estar más feliz.


Cuando ambos chicos se separaron, la mujer a su lado sonrió casi encantadoramente.

—La vendedora no quiere que por ningún motivo se retracten —habló, ¿y por qué habrían de hacerlo? —, así que antes de firmar, a ella le gustaría tener una plática con los compradores. Espero que estén de acuerdo, si es así sólo hará falta que me digan cuándo están disponibles y yo organizaré la cita.




***





La mujer tomó la taza entre sus manos temblorosas, haciendo que un poco de café se derramara sobre la mesa. Se disculpó con nerviosismo y ella misma se encargó de limpiar la mancha, para luego dar un sorbo a su café.

JongIn y KyungSoo se miraron entre sí, un poco tensos.

Un silencio se instaló en la pequeña mesa para cuatro.

—Ellos están listos para comprar, Miss K —rompió el silencio la intermediaria, quien se había identificado como Lee Jin Min—. Lo único que hace falta es la plática y la firma.

Miss K lamió su reseco labio inferior para luego quitarse las obscuras y cuadradas gafas que aun dentro del local se había empeñado en mantener, dejando ver unos bonitos ojos castaños. Dejó su taza de café helado sobre la mesa y con un coreano no tan mal pronunciado habló:

—La razón por la que no quiero que se retracten es porque después de esto volveré a América, y no quiero tener que regresar a Corea sólo para vender mi apartamento. —Ambos asintieron, esperando a que continuara. —No es que en sí haya razones, pero es mejor prevenir —aclaró—. El vecino de piso es el doctor Kim; no tendrán muchos problemas ya que casi vive en el hospital, pero suele estar de mal humor siempre. Los vecinos del piso de abajo son unos recién casados, y dos chicos japoneses y su perro. Los de arriba son una pareja con un hijo, y otro par de Japón y su gato.

Para ser sinceros, ellos no creían que esa información les fuera ser de relevancia, sin embargo para la americana parecía de absoluta importancia. Aunque su voz era firme y segura, sus grandes ojos se cerraban y abrían con frecuencia, en una señal de nerviosismo.

—El gato, no sé cómo, siempre encuentra la manera de entrar en la terraza —continuó—, o sino, anda merodeando por los pasillos… como el perro. Los dueños del gato y los del perro por lo general siempre que se ven es solo para gritarse en japonés a causa de sus mascotas, y cuando el doctor Kim se encuentra en casa les toca la mala suerte de que se mete en la pelea… Pienso que uno de los japoneses de arriba es transformista, pero no estoy segura. En cuanta los recién casados y el matrimonio y su hijo, ellos son muy buenos vecinos, por lo general siempre me llevaban presentes, no sé cómo será con ustedes. Por favor no causen ningún mal —pidió, finalizando.

Kyungsoo y Jongin pasaron saliva. En realidad no era tan malo, digo, ellos pensaron en sus anteriores viviendas y llegaron a la conclusión de que en cualquier lugar hay vecinos así. Con Kyung estaba el tipo del azúcar y con Jong el de las fiestas. Podrían sobrellevarlo.

—¿Eso es todo? —Preguntó KyungSoo—. Si es así, esté por segura que estaremos bien. Somos difíciles de roer —agregó con una sonrisa, que por lo visto tranquilizó a la mujer.

—Siento que olvido algo, pero… si están seguros, entonces no tengo más qué agregar —asintió, mirando a la intermediaria, quien de inmediato sacó una carpeta con los papeles correspondientes. Ambas partes firmaron y así al fin habían adquirido su nuevo hogar.



***




KyungSoo sonrió.

Había perdido la cuenta de las veces que había sonreído en las últimas tres semanas, pero es que simplemente todo pintaba perfecto.

Muchas de sus cosas ya se encontraban en el apartamento, pero lo único “instalado” era la bonita alfombra azul, en donde en ese momento ambos disfrutaban de su pequeña celebración de inauguración, y la lámpara de pie que los alumbraba en la obscuridad de la noche. JongIn había insistido en comprar comida china y ahí estaban, recargados en la pared de lo que sería el living de su nuevo hogar comiendo quién sabe qué cosa.

—Pero está bueno, Soo —rio el moreno, luego de que su hyung le regañara por comprar “lo mejor de la casa” aún sin saber qué era.
Kyung negó otra vez, a pesar de que su boca estaba llena con comida. Fue a sentarse a horcajadas sobre sus piernas y a pegarle con los palillos en la frente. Lo único que el menor atinó a hacer fue a abrazarlo por las caderas y a decir tontamente “lo siento”, aunque de verdad no fuera así.


La relación entre ellos había comenzado gracias a un día más de trabajo para ambos. A BaekHyun, periodista y amigo de Kyungsoo le habían pedido –ordenado – se encargara de un evento cultural en una escuela de renombre y prácticamente le había exigido a su amigo y editor que le acompañase, alegando que así haría mejor su trabajo. Para cubrir el evento en su totalidad, Baekhyun también quiso entrevistar al coreógrafo y maestro de los alumnos que presentaron el número especial, y ahí fue cuando sus miradas se cruzaron por primera vez.

Do KyungSoo había tenido que lidiar todo el día con las insistentes quejas del periodista, quien alegaba merecer cubrir cosas de mayor importancia, no eventos escolares. Sin embargo, todo su día dio un giro espectacular cuando vio que, con una sonrisa más que preciosa, Kim Jong In aceptaba ser entrevistado por Byun Baek Hyun.

Lo que resta de la historia se cuenta solo. En toda la entrevista el bailarín, coreógrafo y profesor no hizo más que ver a Kyung, quien terminó golpeado por “siempre llevarse a los chicos lindos”.
La verdad es que él pensaba que si Baek no se conseguía un novio era por la personalidad psicótica que tenía, pero eso aquí no viene.


KyungSoo, como editor que era, había leído incontables historias de romance, por eso no se le había hecho extraño saber desde el primer instante que JongIn era la persona para él.


Después de la amena cena acompañada de besos fugaces y comentarios divertidos sobre cómo sería su realidad desde ese momento, venía lo que a ambos les preocupaba.

—¿Entonces BaekHyun vendrá a ayudarte con la decoración?
JongIn no había pasado el tiempo que le hubiera gustado en compañía del periodista. La verdad es que cada que se reunían con él, Kyung terminaba corriéndolo antes de que cometiera alguna barbarie.

—Así es. Dijo que vendrá mañana —respondió, no con el ánimo que se esperaría.


Que ambos tomaran una decisión tan relevante como lo era vivir juntos dejaba más que claro que, sinceramente, ellos no tenían ya la opción de que en algún momento se separarían. Esto significaba que serían, para siempre, parte en la vida del otro, por lo tanto, debían conocerse todo.

Tanto para JongIn como para KyungSoo su familia eran sus amigos; más que lazos de sangre. Ellos habían estado ahí en todo momento y por ello era importante para los dos que se conocieran formalmente, y no sólo eso, sino que tendrían que, de cierta manera, acostumbrarse a la presencia constante del otro en sus vidas.

Sin embargo, había un pequeñísimo detalle: cada uno por su lado, pensaba que sus amigos eran la cosa más extraña y weird que pudo haber vomitado el planeta.
Simplemente tenían pavor de que de repente lo arruinaran todo; vivían con el miedo constante.

Pero lo hecho, hecho estaba. Y ellos estaban dispuestos a aceptar a su amor con todo y paquete.


—Kris ha estado insistiendo en que deberíamos hacer una fiesta de inauguración —soltó KyungSoo de repente.

JongIn había escuchado mucho sobre Kris, pero realmente nunca lo había visto en persona. Sabía por boca de su pareja y amante, que se había graduado con honores de una escuela de medicina muy importante en Estados Unidos, pero no conocía mucho de su vida actual, excepto que era un cirujano talentoso.

—¿Y tú qué opinas? —preguntó el moreno. Tal vez era algo que debían hacer, pero no quería obligarlo a nada.

—Creo que está bien siempre y cuando no sea aquí… No la primera vez. —Se sinceró. Le preocupaba la integridad de su recién adquirido a apartamento.

—Está bien —cedió, abrazando a KyungSoo por la cintura, que aún se encontraba sobre sus piernas, pero esta vez envolviendo su torso—. Le pediré a ChanYeol que avise al resto, estarán encantados de al fin conocerte. Ellos me han estado insistiendo desde que les comenté que tenía a alguien, se vuelven medio insoportables —confesó, y luego agregó—: la verdad es que siempre son insoportables.

El mayor dejó escapar una pequeña carcajada y atrapó los labios de su amante entre los suyos, en un beso suave y cariñoso.

—Está bien, mis amigos no son la definición de decencia, que digamos.

Ambos rieron y se volvieron a fundir en un beso, esta vez con más entrega. JongIn recostó a Kyung en la alfombra sin separarse de él y se aseguró de no dejar ningún centímetro de su cuello sin recorrer con sus labios.

—¿Sabes qué estaría perfecto, Soo? —susurró sobre su cuello. La verdad es que era muy caliente cuando quería, tanto, que el mencionado sólo pudo suspirar en respuesta. —Estrenar el lugar, ¿no crees?

El menor se separó sólo para abrirle las piernas a su pareja y así poder sacarle los pantalones, sin embargo la pierna derecha de este topó contra la lámpara de pie, ocasionando que cayera, el foco se fundiera y que los dejara así en completa obscuridad.

Hubo silencio.

Luego las carcajadas de ambos irrumpieron en el lugar.


Vaya que estaban siendo condenadamente felices.



Notas finales:

Equis, están chavos (?).
No sé si los capítulos serán así o más largos. 


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